TEMPORADA 1967
Fue el segundo año de la fórmula de tres litros, y supuso asimismo el retorno definitivo de la potencia a la Fórmula 1.
Fue la última temporada en la que el esfuerzo del hombre por mantener el monoplaza pegado al asfalto era superior que con el que atacaba el viento a su carrocería.
Fue la última temporada en que los colores nacionales decoraron los monoplazas antes de la llegada de los sponsors y las multinacionales.
La pericia de los pilotos y su aura de “gentleman driver” con la que se compenetraban con sus monoplazas en los albores del
automovilismo deportivo, tuvo aquel año su último estertor.
Las escuderías intentaban llegar preparadas para la primera prueba en Kyalami (Iº Grand Prix of South África), mientras que algunos renombrados pilotos abandonaban sus formaciones en busca de otras oportunidades.
El británico Graham Hill dejó que su compatriota Jackie Stewart fuera la estrella de la emblemática BRM retornando a Lotus ocho años después, para formar con su eterno antagonista, Jim Clark.
John Surtees, tras su divorcio con la Scuderia, se sumó al proyecto de Honda mientras que su puesto en Ferrari lo ocupaba la “eterna promesa”, el neozelandés Chris Amon, junto a Lorenzo Bandini.
En Cooper, con grandes esperanzas, tras el tercer puesto de la anterior temporada, ficharon al mejicano Pedro Rodríguez junto al piloto austriaco Jochen Rindt.
En Brabham siempre fieles a su filosofía de hacer fácil lo difícil; anclaron un viejo motor V8 en un chasis procedente de la Fórmula 2 y lograron que su potencia no perjudicase la asombrosa agilidad que mostraba el chasis en zonas viradas. Desgraciadamente a “Black Jack” se distrajo y en esta ocasión no fue él, el hombre a batir, sino su incombustible compañero Denny Hulme.
En el trazado sudafricano de Kyalami comenzó el mundial con la ausencia de Ferrari y la sorpresa del héroe local John Love que con su Cooper T79 - Climax privado, dejó escapar la victoria a tan sólo siete vueltas del final por culpa de la gasolina, dejando que el piloto oficial Pedro Rodríguez otorgara el último éxito a la escudería inglesa y a Maserati, su motorista.
En Mónaco el oso, Denny Hulme, iniciaba su asalto al título venciendo con su Brabham BT20 - Repco de reducidas dimensiones, que le favorecían en las estrechas calles del principado.
Tristemente, en la vuelta 82ª, una columna de humo marcaba el accidente y posterior incendio del Ferrari 312 del italiano de origen libio Lorenzo Bandini en la chicane del puerto.
Lorenzo falleció a consecuencia de las quemaduras tres días después.
En el trazado holandés de Zandvoort, se produjo el anunciado debut que marcaría un hito en la historia de la Fórmula 1.
Dos prestigiosos ingenieros de la factoría Ford, Mike Costin (COS) y Keith Duckworth (WORTH), presentaron junto al visionario Colin Chapman, patrón de la escudería Lotus y sus dos estrellas, Jim Clark y Graham Hill, el nuevo motor Ford DFV V8 de ocho válvulas por cilindro, el mítico Cosworth. Se le auguraba una vida útil de tres o cuatro temporadas, no obstante permaneció en activo diecinueve años, venciendo en 155 Grandes Premios, más que ningún otro motor en la historia de las carreras de Grand Prix, ya que sólo escuderías como Ferrari, Matra, BRM, osaron integrar otros propulsores en sus chasis. Graham Hill dominó en los entrenamientos pero Jim Clark arrasó en la carrera del domingo.
A Dan Gurney le funcionó el hallazgo de su Eagle Weslake con propulsor V12 y venció en Spa Francorchamps sobre el monstruo mecánico que era el BRM del escocés Jackie Stewart, algunos llegaron a afirmar que su motor de 16 cilindros serviría para un autobús londinense de dos pisos. Brabham y Hulme tardaron en hacer su doblete en Circuit Bugatti, mientras que Clark y Hill destruyeron sus respectivos Lotus, aunque el escocés atacó nuevamente en el trazado británico de Silverstone ganando su quinto Gran Premio de Gran Bretaña en seis años, mientras que los pilotos de Brabham se repartieron las victorias en Nürburgring y Mosport Park reduciendo la lucha por el mundial a un tema personal entre ellos.
En el autódromo de Monza, John Surtees superó en la línea de meta a Brabham por solo dos décimas de segundo, pero ambos temieron a un ser superior, Jim Clark. Denny Hulme se hizo matemáticamente con el campeonato gracia a su regularidad. No obstante el escocés volador se vengó al finalizar la temporada con dos victorias en los circuitos americanos de Watkins Glen y Magdalena Mixhuca demostrando así la imparable progresión del modelo Lotus 49. El escocés Jim Clark no fue campeón, pero fue indudablemente el mejor piloto de la década y uno de las leyendas mágicas de la historia de la Fórmula 1.