LXV° Gran Premio d'Italia
Pioneer 65º Gran Premio d'Italia
Tras el dominio ejercido por los "412T1B" de Jean Alesi y Gerhard Berger en las sesiones de calificación todos creían que la Scuderia lograría una cómoda victoria en el asfalto de Monza, pero los dos monoplazas de Maranello tuvieron problemas en los talleres y Damon Hill ganó con facilidad, acercándose a tan sólo once puntos de Schumacher.
El británico Damon Hill piloto de la escudería Rothmans Williams Renault a los mandos de un Williams FW16 - Renault RS6 V10 fue el vencedor del LXVº Gran Premio d'Italia, un soleado domingo 11 de septiembre de 1994 en el trazado milanés del Autodromo Nazionale di Monza, circuito permanente de Milán (53 vueltas x 5,80 kms = 307,40 kms), tras partir desde la tercera plaza de la parrilla de salida, a la estela de los Ferrari de Alesi y Berger.
Esta fue la séptima victoria de Damon, y con ella reducía la diferencia que le separaba de Michael Schumacher a once puntos.
Damon con su Williams - Renault fue el autor de la vuelta rápida al rodar en 1' 25,93''93, en el 24º giro, a un promedio de 242,99 kmh cuando ascendía a la primera posición.
El escocés David Coulthard fue el vencedor moral de este Gran Premio.
No obstante, tras dejar pasar a Damon Hill, se quedó sin gasolina.
Su mala suerte se convirtió en buena para Mika Hakkinen (tercero), que con su McLaren MP4/9 - Peugeot - A6 V10 se subía al pódium de Monza.
Los propulsores Peugeot habían mejorado en fiabilidad, lo que permitía al británico Martin Brundle (quinto) también puntuar con su McLaren.
El finlandés JJ Lehto, sustituto del lesionado Michael Schumacher con escaso exito, realizó un papel penoso en calificación (vigésimo) y carrera (noveno, siempre en las últimas posiciones del pelotón).
Primera pole position del piloto galo Jean Robert Alesi, 112ª pole de la Scuderia Ferrari como constructor y
112ª de Ferrari como proveedor de, al haber rodado en 1 minuto 23,84 segundos, a un promedio de 249,03 kmh, 134 milésimas más rápido que su compañero Gerhard Berger.
Jean aguantó las catorce primeras vueltas en cabeza, pero eso fue todo, ya que su voluble y quebradiza caja de cambios no estaba por dar una alegría a los tiffosi que se agolpaban en las tribunas del autódromo milanés.
Sólo su compañero, el austriaco Gerhard Berger, que momentáneamente heredaba tan distinguida posición, fue capaz de mantener la ilusión de tan entregado público.